Nueva York año 1869. James Gordon
Benett, editor y director del New York Herald (anciano precursor del conocido
Herald Tribune) encargó al explorador británico Herny Morton Stanley una de las
misiones de rescate más conocidas de la historia: la búsqueda del médico, biólogo,
explorador y misionero escocés David Livingstone, desaparecido en las selvas
africanas desde 1866. Muchos han oído la famosa frase que se produjo en su
encuentro, pero pocos conocen la historia que esconden estos dos grandes
exploradores.
David Livingstone llegó al
continente africano en 1841. Hasta 1849 se dedicó a la actividad misionera en
el sur de continente, zona controlada por el Imperio Británico. En 1849 se
adentró junto con el explorador William Cotton en el desierto del Kalahari,
atravesándolo y descubriendo el río
Zambeze. Desde este descubrimiento Livingstone acarició la idea de organizar
una expedición hacia el Atlántico, tratando de remontar el río Zambeze, y
encontrar una ruta que conectase el océano Índico con el Atlántico. Livingstone
trabajaba sobre un mapa completamente en blanco, y cada paso suyo expandía los
conocimientos geográficos occidentales en la zona. Se trataba, pues, de un
viaje hacia lo desconocido, atravesando densas selvas ecuatoriales y zonas
inexploradas donde habitaban tribus ciertamente hostiles. Inició su viaje en
1852, llegando en 1855 a las cataratas del río Zambeze, conocidas por los
nativos como "Humo que truena". Livingstone decidió bautizarlas como
cataratas Victoria en honor de la Reina Victoria. En la actualidad dichas
cataratas son consideradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Imagen de las cataratas Victoria
La historia de David Livingstone
continua estrechamente vinculada a la exploración africana durante los
siguientes años, incluyendo momentos más dramáticos, como la muerte de su
esposa y su hermano en una expedición hacia el nacimiento del río Zambeze en
1863, debido a la disentería. Tras este golpe, el doctor Livingstone volvió a
Inglaterra, donde se mantuvo hasta 1865, momento en el cual fue designado por
la Royal Geographical Society para terminar con el conflicto que había
suscitado el descubrimiento del nacimiento del río Nilo, ocurrido apenas 3 años
antes. David Livingstone inició dicho viaje en la isla de Zanzíbar y se adentró
hacia el norte del continente, perdiéndose su rastro a finales de 1866. Es aquí
donde Henry Morton Stanley entra en la historia.
H.M.Stanley ,tras una serie de
viajes preliminares que le llevaron a Jerusalén y el canal de Suez, decidió
buscar al doctor Livingstone siguiendo la ruta que éste había trazado inicialmente.
Seguiría los pasos del explorador escocés con el fin de encontrarle. Cada día
de viaje escribía unos pequeños artículos que posteriormente serían publicados
en el Herald Tribune. Atravesó las selvas siguiendo el rastro de un "explorador
blanco" que había pasado por allí unos años antes que él, en dirección al "gran lago".
En 1871 descubrió el pueblo de Ujiji, en la orilla oriental del lago Tanganica,
donde encontró al explorador escocés gravemente enfermo. Fue en su primer
encuentro donde Herny Morton Stanley pronunció la famosa frase que ha pasado a
la historia, muestra de la no menos conocida fléma británica:
"¿El doctor Linvingstone, supongo?"
Boceto mostrando el momento del encuentro en Ujiji
Tras su encuentro a las orillas
del lago Tanganica, la historia de estos dos gigantes de la exploración volvió
a separarse. David Livingstone rechazó la oferta de Stanley de volver con él a
Inglaterra y persistió en su ideal de exploración.
Stanley volvió a Inglaterra,
aunque no por mucho tiempo. En 1874 llevó a cabo una exploración del río Congo
que resultó extremadamente mortífera, siendo Stanley el único europeo que sobrevivió.
Posteriormente participo en la reivindicación del Congo por parte del rey
Leopoldo III de Bélgica, en lo que finalmente sería una historia de violencia y
abusos sobre la población indígena. Con su imagen maltrecha tras estos dos
viajes, trató de reivindicar su figura con el rescate del explorador alemán
Isaak Eduard Schnizter (más conocido como Emin Pasha), atrapado en medio de una
revolución en la zona de Sudán. Su rescate , aún con graves deficiencias, fue un éxito, pudiendo
sacar de la zona a más de 100 personas que corrían riesgo de ser asesinadas por
los rebeldes, incluyendo a Emin Pasha. Herny Morton Stanley volvió a
Inglaterra en 1890, donde moriría en 1904.
Por su parte el Doctor
Livingstone se negó a partir con Stanley, y decidió continuar con la misión que
se le había encomendado. David Livingstone murió debido a la disentería el 1 de
mayo de 1873 en un pequeño pueblo en los remotos confines de Zambia. Su cuerpo
fue conservado en sal y transportado hasta Inglaterra, donde fue recibido con
honores y enterrado en la Abadía de Westminster como un héroe nacional. Sin
embargo, su cuerpo no viajaba completo. Sus ayudantes africanos extrajeron su
corazón y lo enterraron bajo en gran árbol en las orillas del pequeño lago
Bangweulu. Su corazón debía reposar en el mismo sitio donde había estado
en vida: África.