26 de Febrero de 1959, paso de
montaña al sur de los Montes Urales: Un pequeño grupo de 9 excursionistas,
estudiantes todos ellos de la universidad Técnica Estatal de los Urales, en la
ciudad de Ekaterimburgo, es encontrado muerto en extrañas condiciones en la
ladera de la montaña Jolat Siajl, junto a un paso de montaña. Sus nombres eran: Igor Dyatlov de 23 años y
líder de la expedición, Zinaida Kolmogorova de 22 años, Liudmila Dubinina de 21
años, Aleksandr Kolevatov de 25 años, Rustem
Slobodin de 23 años, Yuri Krivonischenko de 24 años, Yuri
Doroshenko de 21 años, Nicolas Thibeaux-Brignollel de 24 años y Alexander
Zolotarev de 37 años y guía de la zona. Esta desgracia, aparentemente
normal a la par que terrible, esconde, aún hoy, multitud de enigmas para todos
los investigadores que se han interesado en ella, y es considerada por algunos
como uno de los grandes enigmas de la Historia.
Enero de 1959, Universidad de
Ekaterimburgo: Un grupo de 10 jóvenes, todos ellos grandes aficionados al esquí
y al alpinismo, preparan una expedición con el fin de llegar a Otorten, una
montaña situada en una de las zonas más inóspitas de los Urales. La dificultad
de la ruta era conocida por los expedicionarios; no en vano Otorten era
conocida como "La Montaña de la Muerte" por los mansi, una tribu de
cazadores que habitan la región desde hace más de 1000 años, pero este hecho no
amedrentó a los jóvenes miembros de la expedición, deseosos de alcanzar la
cumbre de la montaña. Pertrechados con sus esquís de travesía y su material de
acampada partieron hacia Vizhai, una pequeña población en el sur de la
estribación montañosa, famosa por ser el campamento base de multitud de
expediciones que, aún hoy en día, exploran la cordillera.
La mañana del 27 de enero el
grupo partió en dirección al pico Otorten, pero tan solo un día después de su
salida, uno de los miembros, Yuri Yudin, debió volver a Vizhai víctima de una
enfermedad. Este inoportuno malestar, que desbarató los planes de la joven de
alcanzar la cumbre de la montaña, demostró ser la salvación de Yuri, que de
haber continuado habría sufrido el mismo destino que sus compañeros. Así pues,
el grupo, ya reducido a 9 personas, prosiguió con su misión, camino de la cima.
Desde ese mismo instante se perdió por completo el rastro de los
expedicionarios. Su historia solo puede ser reconstruida a través de las
distintas pruebas que se encontraron tras salir en su búsqueda el 20 de Febrero
del mismo mes. A través de los diarios del grupo y las fotografías tomadas por
ellos mismos sabemos que el grupo acampó en la ladera de una montaña, como
consecuencia de una ventisca que les hizo perder la orientación. Lo ocurrido a
partir de entonces es un completo enigma.
Liudmila Dubidina abrazando a Yuri Yudin. En segundo plano se encuentra Igor Dyatlov (izquierda) y Nicolas Thibeaux-Brignollel (derecha)
La mañana del 26 de Febrero, los
grupos de rescate descubrieron los restos del campamento expedicionario. La
tienda de campaña se encontraba completamente rasgada desde el interior, pero
no había rastro alguno de supervivientes. Un camino de huellas heladas llevo a
los investigadores hasta el borde de un bosque cercano donde encontraron las
primeras muestras del salvaje final de la expedición: los cadáveres de Yuri
Krivonischenko y Yuri Doroshenko completamente desgarrados debajo de un
gran pino. Al parecer había tratado de escalar el árbol, pero las ramas no
habían aguantado su peso y se habían precipitado desde gran altura, muriendo en
la caída o por una hipotermia posterior. Junto a ellos habia una pequeña
hoguera, y, curiosamente, ambos se encontraban semidesnudos, hecho que
demostraría ser una constante en el resto de los miembros de la expedición.
Cerca de este pequeño campamento improvisado se encontraron los cadáveres de
Dyatlov, completamente congelado y sosteniendo una pesada rama en posición de
defensa, Slobodin, con una agujero de 18 centímetros en su cráneo y unos metros
más allá Kolmogorova, con su cuerpo completamente anaranjado y el pelo de un
tono grisáceo. Las bajas temperaturas permitieron conservar los cuerpos en la
misma posición en la que murieron, lo que indicó a los investigadores que los
tres miembros de la expedición estaban tratando de volver al campamento
inicial. El rescate del resto de miembros se alargó hasta Mayo de ese mismo
año, cuando fueron encontrados en un barranco en lo profundo del bosque donde
habían sido encontrados sus compañeros. Thibeaux-Brignollel
había sufrido grandes daños en el cráneo, el guía Alexander Zolotarev tenía
varias fracturas en el pecho y, al igual que Kolmogorova, su cabello había
adquirido un tono grisáceo, mientras que su piel había envejecido
repentinamente. Liudmila Dubidina fue encontrada sin lengua, con su cabeza al
revés, y lo que es más extraño, con restos de radioactividad extrañamente altos.
El resto de los miembros murieron por hipotermia.
La investigación de las
autoridades al respecto fue, cuando menos, poco ortodoxa. Multitud de elementos,
como por ejemplo los restos de radioactividad encontrados en el cadaver de
Liudmila o los extraños cambios en la tonalidad del pelo de algunos de los
miembros, fueron dejados fuera de la investigación. La aparición de los
cadáveres semidesnudos se explicó en base al concepto del "desvestirse
paradójico" proceso por el cual las personas en proceso de sufrir una
hipotermia se desnudan en un momento de confusión, acelerando así su muerte, sin tener en cuenta los restos de radioactividad que se encontraron en la ropa de casi todos ellos.
Las autoridades cerraron el caso, dando como causa de la muerte una
"desconocida fuerza irresistible", y archivaron la causa en un
directorio secreto que no fue revelado hasta 1990. Sin embargo, algunas
controversias rodean la investigación. Testigos del rescate afirman haber encontrado
unas gafas de sol y parte del equipo de montaña típico de los soldados de la
URSS. Durante los siguientes meses, además, fueron visibles en la zona unas
grandes nubes de color anaranjado en toda la zona, ante las cuales las
autoridades dijeron que se trataba de una pequeña fuga de gas paralizante en
una fábrica. Durante los funerales de los excursionistas sus familiares
observaron un extraño "tono marrón" en sus pieles. Multitud de
inexactitudes y fallos en la investigación, así como una extraña falta de
interés por parte de los principales miembros de la policía en investigar el
caso, han llevado a los investigadores a lo largo de los años a preguntarse qué
es lo que ocurrió verdaderamente allí. Algunos hablan de simple ataque de
locura y terrible destino, otros más aventureros defienden que se trata de un
ataque alienígena. Sin embargo existe una teoría que fue fuertemente atacada
durante los años siguientes al accidente. El periodista de investigación Anatoly
Guschin defiende en su libro "9 vidas es el precio de los secretos de
Estado" que los excursionistas se acercaron sin conocimiento a un centro
de investigación de armamento secreto de la URSS localizado en la zona donde se
estaba probando un "arma experimental soviética", una especie de
campo de pruebas de armas químicas que podrían ser las causantes de las
extrañas muertes de los excursionistas.
Imagen de los restos de la tienda junto a dos de los investigadores
Este misterio sigue sin resolver
actualmente. Se trata de una de esas historias ocultas en el tiempo, sobre cuyo
final no podemos salvo teorizar y realizar conjeturas. Historias llenas de
misterio que llenan nuestras mentes de dudas y nuestros corazones de miedo. Yuri
Yudin, la única sobreviviente de la expedición, declaró recientemente:
"Si yo tuviera la oportunidad
de hacerle a Dios una sola pregunta sería, ¿Qué pasó realmente con mis amigos
esa noche?"
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