Recientemente hemos sido
extensamente informados a través de la televisión y los periódicos sobre la
crisis en Crimea, su separación unilateral de Ucrania y su integración como una
de las repúblicas que forman la Federación Rusa. Es curioso como una pequeña
península costera (es similar en superficie a Galicia) puede dar lugar a
tantísimos hechos históricos, probablemente debido a su importancia estratégica
y comercial. Colonizaciones griegas, conquistas romanas, ataques de tribus
bárbaras, protectorados bizantinos, misiones comerciales genovesas y
vencecianas, guerras multilaterales, asedios trágicos y actos heroicos jalonan
la historia de este pequeño territorio. Esta es la historia de Crimea, la perla
del Mar Negro.
El nombre de Crimea es una evolución
de la palabra Cimeria, país de los cimerios, sus primeros pobladores. En el
Siglo V antes de Cristo fue colonizada por los griegos, que comenzaron la
"helenización" de la zona. Considerado uno de los "reinos
sucesores" del Imperio Macedonio de Alejandro Magno, el Reino del Ponto
fue finalmente derrotado por el Imperio Romano, que colonizó la península
entera, dando lugar a más de 3 siglos de ocupación romana, en el que ha sido el
periodo histórico más largo de la península sin conflictos. En el año 250 d.C,
ante la presión migratoria de los pueblos bárbaros del este, los Romanos
deciden abandonar la península de Crimea, que sería conquistada por los Godos.
Desde este momento se sucedieron conquistas por parte de hunos, alanos, ávaros,
jázaros, pechenegas y varengos. También se realizó una reconquista por parte
del Imperio Romano de Oriente (o Imperio Bizantino), que apenas duró unas
décadas. La península cambiaba de manos constantemente al ser considerada la
puerta de acceso al Mediterráneo para muchos de los pueblos de la zona.
En 1259 la península recibió la
"visita" de unos conquistadores muy diferentes a los anteriores.
Montaban pequeños caballos esteparios, eran considerablemente más bajos que los
habitantes de la zona y manejaban sus arcos compuestos con una precisión
mortal. Habían llegado los primeros hombres de Möngke Kan, Gran Kan del Imperio
Mongol y nieto de Gengis Kan, fallecido unos 20 años antes. Los mongoles
conquistaron la península y la unificaron en el Imperio Mongol, que por aquel
entonces llegaba a la península de Corea en el este. La ocupación mongola de la
península hizo que Crimea pasara a formar parte del mayor Imperio continental
del momento, y uno de los más grandes de la Historia. Sin embargo, las luchas
internas por el poder hicieron que el poder del Imperio se debilitase,
permitiendo la creación del Principado de Teodoro, un pequeño estado cristiano
que, rodeado por los Turcos al norte y las nuevas colonias comerciales
genovesas que habían ocupado la costa sur de la península, apenas duró 100
años, ahogado entre ambas potencias. Los Turcos procedieron a la conquista de
la península, creando el Kanato de Crimea, un estado vasallo del Imperio Otomano,
pero que mantenía fuertes influencias mongolas. A la sombra el poderoso
Imperio, el Kanato prosperó durante 300 años. Pero la paz nunca suele ser
duradera, y menos en una zona como Crimea. En 1774, tras la derrota otomana en
una de sus múltiples guerras con el Imperio Ruso de Catalina la Grande, se
reconoció la independencia del Kanato y la influencia rusa sobre él, siendo
invadido completamente por el Imperio Ruso tan solo 9 años después.
La llegada del Siglo XIX y el
cambio de manos de la península a favor de una potencia occidental trajeron el
desarrollo a la zona. Crimea se convirtió en la zona preferida por los
aristócratas rusos para pasar sus veranos, debido a su buen clima. Sin embargo
esta paz no duraría demasiado, estallando en 1853 la Guerra de Crimea entre
Rusia, de un lado, y una Alianza formada por Francia, el Imperio Británico, el
Imperio Otomano y el Reino de Cerdeña-Piamonte de otro. El motivo de esta
guerra fue el impulso expansionista de Rusia hacia el Mediterráneo, que fue
visto como una grave amenaza para estos 4 países. Durante 3 años la guerra
asoló la zona, produciéndose intensas batallas como la de Balaclava o el sitio
de Sebastopol. Fue durante esta guerra cuando se produjo la conocida como
"Carga de la Brigada Ligera", en la cual 673 jinetes británicos
atravesaron un valle de más de 1,5 kilómetros cargando contra la artillería
rusa, defendida por unos 5000 hombres. Esta acción, tan valerosa como estúpida,
fue debido a una confusión en la trasmisión de las órdenes y costó la casi
completa aniquilación de la Brigada Ligera, que aún así, fue capaz de infligir
graves pérdidas en las tropas rusas. Desde aquel momento se conoció dicho valle
como el "Valle de la Muerte". Se dice que uno de los oficiales
franceses presentes, al ver la carga de sus aliados británicos, dijo en voz
alta: "Es magnífico, pero no es la guerra".
"La Carga de la Brigada Ligera" cuadro de Richard Caton Woodville Jr.
En 1856, tras el fin del asedio
de Sebastopol, Rusia solicitó la paz, poniéndose fin al conflicto y acabando
con sus aspiraciones de encontrar una salida al mar Mediterráneo. La paz volvía
a la baqueteada península, que se mantuvo libre de conflictos durante el resto
del siglo, y que, incluso, fue capaz de mantenerse tranquila durante la Primera
Guerra Mundial, aún encontrándose tan cerca de sus enemigos. Pero la Historia
le deparaba un nuevo golpe a la zona, iniciándose la Guerra Civil Rusa. Durante
este periodo la península de Crimea fue el gran bastión de la Rusia Zarista en
el sur del país hasta su invasión en 1920 y su integración en la Unión Soviética,
convirtiéndose en la República Autónoma Socialista Soviética de Crimea.
Bajo la organización de la Unión
Soviética se industrializó toda la península, convirtiéndose en la base de la
Marina soviética en la zona. En 1941, tras la invasión alemana durante la 2º
Guerra Mundial, la península vivió los combates más atroces de su historia, con
feroces batallas como el 2º Asedio de Sebastopol, en el que la ciudad se
defendió de fuerzas muy superiores durante 250 días. Fue durante este asedio
cuando los alemanes usaron la mayor pieza de artillería jamás creada, el
conocido como Cañón Dora: una pieza de artillería con un cañón de 32 metros capaz
de disparar proyectiles de 7 toneladas (aproximadamente la mitad del peso de un
autobús urbano) a más de 25 kilómetros de distancia. La pieza era tan grande y
complicada de cargar que tenía una cadencia de 14 disparos al día, siendo cada
proyectil capaz de destruir pesados fuertes de hormigón con un solo impacto. La
ciudad cayó bajo el ejército nazi y toda la comunidad judía de la zona pereció
asesinada. En 1944, con el cambio de tornas en la guerra, un ejército alemán se
vio atrapado en la ciudad, siendo completamente aniquilado. En honor a su
resistencia durante la guerra, Sebastopol fue nombrada ciudad heroica y
considerándola una Ciudad Autónoma independiente del resto de Crimea. Tan solo
un año después Iosif Stalin, Winston Churchill y Roosevelt se reunieron en la
ciudad de Yalta, una pequeña y aristocrática población en la costa sur de
Crimea, para establecer el destino de la Alemania Nazi cuando fuese derrotada.
Como curiosidad cabe destacar que Churchill, ávido historiador militar,
solicitó ser llevado al "Valle de la Muerte" con el fin de estudiar
la zona en la que sus compatriotas habían realizado la valerosa carga 100 años
antes.
Sentados, de izquierda de derecha, Winston Churchill, Franklin Delano Roosevelt y Iosif Stalin durante la conferencia de Yalta de 1945.
En 1992, tras la caída de la URSS,
Crimea trató de establecerse como un país independiente, llegando a redactar
una Constitución. Sin embargo, las presiones por parte de Ucrania lograron que
Crimea se convirtiese en una República Autónoma, dependiente formalmente del
Estado Ucraniano.
Las últimas palabras de la
Historia de Crimea se han escrito recientemente, con la secesión unilateral y
su posterior unión de la Federación Rusa. Un nuevo cambio de manos para la
vieja Crimea, que, nuevamente, vuelve a empezar. Quién sabe qué le deparará el
futuro a esta pequeña península, la perla del Mar Negro.
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